Este proyecto implicó la reforma plena del antiguo Hotel París. Construido en el siglo XIX en la parte oriental de la puerta del Sol, fue uno de los primeros establecimientos modernos de la capital, diseñado según estándares de lujo y a la altura de los mejores de Europa en su tipo.
Uno de los aspectos más complicados del proyecto de renovación fue la intervención estructural, ya que supuso mantener la mayor parte de los forjados del edificio y la fachada en pie, mientras los pilares y vigas principales en plantas baja y primera eran reemplazados, lo cual permitió doblar la distancia entre columnas hasta más de 6 metros.
La estructura bajo rasante también requirió numerosos trabajos de rehabilitación para adaptarse a las nuevas necesidades del edificio: una nueva cimentación basada en micropilotes hincados en el subsuelo del edificio a través de los muros de sótano originales, y la reconstrucción de la mayoría de las bóvedas de ladrillo, que estaban gravemente dañadas debido a falta de mantenimiento.
También se encontraron restos arqueológicos bajo la losa de cimentación, lo cual requirió trabajos adicionales para responder a los requerimientos de las autoridades locales en materia de conservación del patrimonio. Igualmente el proyecto representó un gran reto desde el punto de vista de los plazos, ya que el programa de trabajos en el sótano sufrió considerables retrasos debido a los trabajos arqueológicos, que estuvieron bajo el control directo de técnicos municipales.
Puerta del Sol supuso además un enorme desafío logístico, ya que la ubicación del edificio, en el mismo centro de la capital, impuso unas limitaciones que dificultaron el proceso de construcción. Esas limitaciones incluían horquillas horarias reducidas para el acceso de vehículos, estrictas normativas de ruido y todos los inconvenientes derivados del hecho de estar en el lugar donde se celebran muchas manifestaciones y actos oficiales, con los consecuentes cierres de tráfico de vehículos y personas.
