Este hotel cinco estrellas, uno de los más conocidos de la capital y frecuentado desde su apertura por personalidades de la política, las finanzas, el deporte o las artes escénicas, se construyó en el número 22 del paseo de la Castellana, en un solar hasta entonces ocupado por el Palacio de Anglada. Inaugurado en 1972, su arquitectura moderna y funcional representó una alternativa a establecimientos como el Palace o el Ritz, y pronto se convirtió en referente madrileño de un tipo de alojamiento de lujo contemporáneo.
Tras ser adquirido por el grupo Rosewood Hotels and Resorts, en 2020 cerró sus puertas para ser sometido a una importante remodelación tanto exterior —fachada, accesos y jardines— como interior —habitaciones, espacios comunes y de restauración— que ha implicado a diferentes estudios y profesionales nacionales e internacionales, y que se ha decantado por la continuidad con el espíritu del Villa Magna original.
Empty ha realizado la reforma de la planta baja, la escalera que conecta con el sótano -1 y el distribuidor en esa planta, incluyendo trabajos de estructura, instalaciones, tabiquerías, carpintería, acabados, mobiliario y jardinería. En estos espacios, desde la renovada zona de recepción se accede a varias áreas de restauración que ofrecen experiencias gastronómicas variadas entre las que se incluyen los restaurantes Las Brasas de Castellana y Amós, este último con terraza ajardinada, el café Flor y Nata o el bar Tarde O, que cuenta asimismo con otra terraza interior arbolada.
En coordinación con los diseñadores y siguiendo un exhaustivo proceso de selección a través de muestras y prototipos, Empty ha instalado los materiales que definen los acabados y el mobiliario a medida —entre los que se incluyen piedras naturales de distintos tipos, madera, vidrios tratados y latón— en la planta baja de esta versión renovada de la modernidad distintiva del Villamagna.