La arquitectura del pabellón, diseñada por Dani Freixes, trasladó a China un fragmento de la traza del Ensanche de Cerdá, cuyas manzanas residenciales se construyeron con pantallas para crear un gran videowall donde se mostraba una ciudad en permanente proceso de transformación.
El uso de vidrio espejo multiplicaba las perspectivas y prolongaba el espacio, produciendo en el visitante el efecto de encontrarse realmente inmerso en las calles de Barcelona.